El cine es un canal de socialización diferenciada con un fuerte impacto en la trasmisión de estereotipos de género. En 1985 nace el test de Bechdel en una tira cómica, estableciendo tres indicadores para medir el machismo en la industria del cine: que haya por lo menos dos personajes femeninos, la presencia como mínimo un diálogo entre ellas, y que éste trate de algún tema que no sean los hombres. Al medirlos, los datos dicen que únicamente hay un 36% de mujeres protagonistas y tan solo un 28% de los personajes femeninos que tienen diálogos entre sí. Las posibilidades de cambiar esta visión se reduce teniendo en cuenta que tan solo hay un 8% de mujeres directoras en la industria.
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