Las corredoras deben enfrentar situaciones discriminatorias como carreras con menos kilómetros o premios de menor cuantía que los de sus compañeros hombres. Que se establezca menos distancia para sus carreras encierra desigualdades estructurales que se traducen en concebirlas como más débiles y lentas o considerar su méritos deportivos menos importantes, concediéndoles premios inferiores.

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